Artículo de interés

Ma. Karin Sorelly Gómez Girón
Jueza Quinta de Primera Instancia Pluripersonal del
Ramo Civil de la República de Guatemala
El rol de las juezas y magistradas en la Sociedad guatemalteca
Guatemala ha tenido avances significativos cuando observamos que cada vez son más las mujeres que ocupan los espacios en la administración de justicia, espacios que estaban tradicionalmente destinados para los hombres. Sin embargo, el tema de la participación de la mujer y el reconocimiento de los Derechos Humanos de éstas a nivel mundial, no solo en el ámbito judicial, sino también en el ámbito económico, político, laboral, educativo -entre otros-, es un tema que, aunque ha evolucionado, se encuentra aún pendiente de resolver.
Resulta enorme la responsabilidad de aquellas mujeres que por vocación y convicción deciden ejercer la judicatura en nuestro país, recordemos que para tomar la decisión de judicar es esencial tener: compromiso y valor para ejercerla con independencia e imparcialidad, atributos que constituyen los pilares fundamentales en el ejercicio del cargo de Jueza o Magistrada.
Con acierto afirmaba Carnelutti que “Un ordenamiento jurídico se puede pensar sin leyes, pero no sin jueces”. En el mismo contexto, parafraseando a Colmenares Uribe- explicaba que el primer requisito para ser abogado es la fe en los jueces y juezas. El gremio de abogados y en general la sociedad guatemalteca debería tener fe en el sistema judicial, en las juezas (jueces), magistradas, confiar que los problemas que se llevan ante la justicia serán resueltos de forma imparcial, justa, rápida, independiente. Cuando analizamos estos pensamientos, resalta la importancia en la labor jurídica como ética y el buen desempeño de las juezas y magistradas en el ejercicio del cargo, porque sin duda alguna, ésta se encuentra ante el escrutinio de los litigantes, como la constante observación de la ciudadanía y justiciables.
Piero Calamandrei en sus escritos destacaba lo que significaba la figura de los Jueces / Juezas, y resaltaba la importancia del “buen juez y el derecho” haciendo acopio al honor de la investidura de quienes la portaban, y el respeto que los litigantes debían tener a los jueces. En su obra “Elogio de los jueces escrito por un Abogado”, refleja con suficiente juicio que, “…el derecho, mientras nadie lo perturba y lo contrasta, resulta invisible e impalpable, como el aire que respiramos, inadvertido como la salud, cuyo valor solo se conoce cuando nos damos cuenta de haberla perdido”, (Calamandrei, 2000). Explicaba también, en relación, a este texto, que el Juez es el derecho hecho hombre, y hacia alusión a su experiencia como abogado con aquellos que sentenciaban los casos donde había actuado, resaltando el respeto hacia los jueces; afirmaba que las sentencias de los jueces y juezas siempre son justas, que “[…] En cincuenta y dos años de ejercicio profesional, ni una vez he tenido que lamentarme de la Justicia. Cuando he ganado un asunto, ha sido porque mi cliente tenía la razón, cuando lo he perdido, ha sido porque la razón la tenía mi adversario.” (Uribe, 2012)
Si reflexionamos lo que significa ser jueza y magistrada en la sociedad guatemalteca, el rol que desempeñamos y lo que se espera de la investidura que ostenta este digno cargo, encontramos que la responsabilidad y las exigencias son muchas. Como juezas debemos asegurarnos de cumplir con responsabilidad y excelencia todas las atribuciones encomendadas en la ley, decidir con la mejor interpretación y la justa aplicación de las normas en cada caso concreto.
La jueza (juez) como figura central del derecho debe buscar siempre una decisión justa, fundada en una determinación verdadera de los hechos del litigio y las pruebas. De ahí que indudablemente el garante del ciudadano frente al poder del Estado sean los jueces y juezas, por ello se afirma que nuestro rol como juezas y magistradas se constituye en la garantía de las garantías individuales. Debemos pues ser vigilantes del respeto de la ley, como un vehículo para la construcción de la paz, la consolidación de la certeza y la habilitación para que las personas se desarrollen en sociedad.
Corresponde también al rol de las juezas y magistradas en la sociedad guatemalteca el aplicar la justicia sin mayores ritualismos para privilegiar la celeridad en la resolución de casos. La sociedad guatemalteca que acude a los tribunales de justicia -en algunos o muchos casos- encuentra atraso y lentitud judicial. Ciertamente, no podemos apartarnos de la realidad que se vive en los Tribunales de Justicia guatemaltecos. Existe mora judicial en muchos tribunales, aún y cuando la carga laboral es también excesiva, se debe buscar la forma de resolver bien y rápidamente; consecuentemente, siempre he afirmado que debiera frustrar nuestras intenciones en la aplicación de una efectiva Tutela Judicial y herir nuestra conciencia cuando encontramos que los procesos judiciales son tardados y se privilegia el formalismo ante la justicia.
Para continuar leyendo en Revista AMJG – Año 1 – Número 1